La exposición solar a las radiaciones UVA y UVB en la infancia aumenta el riesgo de cáncer de piel en el adulto. Los estudios demuestran que el antecedente de dos quemaduras solares con ampollas antes de los 18 años duplica el riesgo de desarrollo de melanoma en la edad adulta. Por ello, una protección solar temprana y adecuada es la llave para disminuir su incidencia.
La radiación UVA de mayor longitud de onda (320-400 nm) llega a la hipodermis y su intensidad es constante durante todo el día, todos los días del año. La UVB, de mediana longitud de onda (290-320 nm), llega a la dermis y es más intensa al mediodía, especialmente en el verano. Ambas, (UVA y UVB) son responsables del bronceado, del eritema, de las quemaduras, el envejecimiento cutáneo, las arrugas, pecas, manchas y del cáncer de piel.
¿Por qué tomar sol es importante?
El sol es indispensable para la vida, para el crecimiento óseo y para la síntesis de vitamina D, siendo 10 minutos diarios de exposición suficientes para esta función.
Las estrategias de prevención primaria para el cáncer de piel incluyen:
* Aumentar el conocimiento y la conciencia en la población: padres, niños, niñas, maestros, cuidadores, entrenadores, pediatras.
• Provocar cambios de hábitos y conductas positivas frente al sol.
• Implementar campañas en escuelas, clubes y centros de recreación. Se estima que el uso regular de protectores solares en la infancia, adecuado a cada tipo de piel, puede disminuir la incidencia del cáncer de piel en un 80%.
Fototipos
Se distinguen seis fototipos, de acuerdo con el color de piel, ojos y cabellos. El tipo I corresponde a una piel blanca, de ojos claros y cabellos rubios o pelirrojos, el cual es el más propenso a las quemaduras y nunca se broncea. El tipo VI, con una piel más oscura, de ojos y cabellos castaños oscuros, se broncea siempre. Los protectores solares son sustancias (cremas, geles, lociones, aerosoles) químicas o físicas que, aplicadas sobre la piel, absorben o reflejan las radiaciones ultravioletas nocivas. La capacidad protectora de la pantalla solar se mide por el factor de protección solar (FPS). Cuanto más alto sea el FPS, mayor será la protección. Todos los tipos de piel necesitan protección solar, siendo el FPS 15 el mínimo necesario para usar efectivamente.
Guía de protección solar
• Elija y busque la sombra de un árbol, una sombrilla o techo.
• Use gorro o sombrero, anteojos de sol y póngase una remera con mangas si su piel es muy clara.
• Aplique sobre su piel un protector solar con FPS 30 o más, 30 minutos antes de exponerse al sol, de la cabeza a los pies en cantidad suficiente.
• Renueve la aplicación cada 2 horas, luego del baño o con transpiración importante.
• No debemos exponer al sol en forma directa a los niños menores de 1 año. A partir de los 6 meses pueden usar protectores solares.
• Evite el sol del mediodía entre las 10 de la mañana. y las 4 de la tarde, siempre tenga precaución bajos los rayos de sol.
• Recuerde que las nubes dejan pasar el sol, y que la arena, el agua y la nieve aumentan su acción.
• Ciertos medicamentos producen erupciones y quemaduras con la exposición al sol. Es importante que el pediatra sea un agente de difusión con sus pacientes, las familias, los maestros, y con todos aquellos que participan en actividades con niños y adolescentes, para poder lograr un cambio de actitud positivo frente al sol, prevenir el cáncer de piel en la edad adulta y disfrutar sin miedo.
Actividad Física y Calor
El cuidado ante la exposición solar no sólo comprende el uso de protectores indicados según el tipo de piel y la edad de los niños y niñas, también debemos prestar atención a la hidratación correcta. Esto les permitirá disfrutar en mejores condiciones de las actividades al aire libre, sin sufrir las consecuencias perjudiciales del calor excesivo. Por tal motivo, los pediatras deben conocer la particular fisiología de las glándulas sudoríparas de cada niño y niña, sus diferencias con respecto a los adultos, teniendo en cuenta el crecimiento y desarrollo.
• En comparación con los adolescentes y adultos, los niños y niñas producen más temperatura en relación con la masa corporal durante actividades como caminar o correr, y poseen baja capacidad de sudoración, aumentando la temperatura corporal durante la deshidratación. Pero, salvo que las condiciones climáticas sean extremas, los niños y niñas pueden sostener adecuadamente la actividad física.
• Hay ciertas enfermedades de la niñez, por ejemplo la infección intestinal, síndrome febril, fibrosis quística, etc., que aumentan el riesgo de enfermedad producida por el calor.
• Los niños y niñas, producen más calor metabólico por unidad de masa corporal que los adultos durante la actividad física.
• La capacidad de los niños y niñas para disipar calor corporal por evaporación es reducida, acompañado, además por una capacidad más baja para sudar.
Recomendaciones
• Se deben reducir las actividades intensas cuando las condiciones climáticas superen niveles críticos.
• Se debe realizar una aclimatación gradual a las zonas de climas cálidos.
• Antes de una actividad física prolongada, los niños y niñas se deben hidratar adecuadamente. Y durante la actividad se debería controlar que beban agua (ejemplo: cada 20 minutos, un vaso de agua segura, aunque no sientan sed). Recordar siempre que la sed es un predictor tardío de la deshidratación (más de un 3%).
• La vestimenta debe ser de colores claros, tela liviana y compuesta de material que permita la evaporación del sudor (preferentemente de algodón).
• Tener en cuenta que el 70% del estrés por calor se produce por la humedad, 20% por la radiación y solamente el 10% por la temperatura del aire. (Esto se calcula a través del índice de estrés climático por calor que se mide en el campo de juego con el uso de un sincrómetro).
Al considerar estas premisas, podemos recomendar el tipo de actividad física según las condiciones climáticas acordes con la temperatura ambiental. Si a pesar de las medidas de prevención expuestas sucediera el tan temido golpe de calor –cuyos signos son: piel seca, caliente y enrojecida, cese de la sudoración, taquicardia, generalmente hipertensión, confusión, e inconsciencia– se deberá instaurar el tratamiento correspondiente de manera inmediata. Este consiste en colocar al niño o niña afectado en un lugar fresco y ventilado, aflojarle las ropas, aportar líquidos frescos de manera fraccionada y envolver el cuerpo con sábanas húmedas, hasta la recuperación progresiva de sus signos vitales.
Según la Guía “Pequeños Cuidados” editada por Hospital Garrahan, las recomendaciones a seguir, son las siguientes:
Cómo cuidarse del sol
• Evitar el sol directo entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde.
• Evitar la exposición directa al sol de los niños y niñas menores de un año. Si hay que salir, protegerlos con gorra y pantalla solar.
• Ofrecer líquidos más frecuentemente, para mantener una adecuada hidratación.
• Optar por ropa clara y holgada.
• No olvidar nunca llevar gorra, sombrero, capelina o lo que más te guste para evitar el sol directo en la cabeza.
• Siempre usar protector solar, con factor de protección de 50 o más.
• Observar la propia sombra: si es corta o no se ve, significa que es pleno mediodía.
¿Por qué es importante proteger a los niños y niñas?
Según el informe elaborado por el Hospital Garrahan “Información para la Comunidad”, “Prevención de los daños ocasionados por el Sol”, el efecto del sol es acumulativo en el tiempo (la piel tiene “memoria”) y por eso es importante proteger a los niños y niñas de las exposiciones solares; así estamos cuidando su futuro. La capa de ozono actúa como un escudo protector evitando que gran parte de estas radiaciones nos afecten. La disminución de la misma -lo que se conoce como agujero en la capa de ozono- ha aumentado el riesgo de daño en la piel ante la exposición al sol.
Fuentes
Comité de Dermatología de la Sociedad Argentina de Pediatría -SAP-
Hospital Garrahan, Guía “Pequeños Cuidados”
Hospital Garrahan ,“Información para la Comunidad”, “Prevención de los daños ocasionados por el Sol”,