Con el fin de evitar que las tecnologías digitales funcionen como “chupete electrónico”, es importante compartir momentos de uso de dispositivos para que niños y niñas no asocien el uso de pantallas como espacios sin compañía adulta. Para ello, es clave intercalar esos momentos en soledad con otros compartidos, en donde se pueda charlar y debatir lo visto en la pantalla.
Según la Guía de acompañamiento a niños y niñas en los entornos digitales, elaborada por la Sociedad Argentina de Pediatría, otra de las formas para acompañar a la niña o niño frente a una pantalla en primera infancia, es dramatizar o dibujar para expresar sus emociones o vivencias.
¿Cuáles son los pasos?
1-Retomar en diálogos posteriores lo que hayan visto juntos, y también si lo vieron por separado. “¿Qué viste hoy en la tele? ¿Te gustó?”. “¿A qué jugaste hoy con mi celular? ¿Te divertiste?”.
2- Demostrar que las personas adultas tenemos interés genuino en lo que ocurre en los entornos digitales, y no con un único afán de control.
3- Hablar diariamente sobre lo que hacemos todos en Internet, evitando que se vuelva un tema tabú. Este diálogo debe ser constructivo, consultando por lo divertido y positivo, y también dejando de lado la tecnofobia y la sentencia negativa sobre los consumos culturales de chicos y chicas. “Me enganché con un canal de Youtube que enseña cómo reciclar, hace mucho tenía ganas de aprender”; “Me pasa que a veces me cuelgo mirando Instagram, no me gusta cuando me pasa eso..”
4. Pensar la referencia adulta como ejemplo, los chicos y las chicas aprenden a cruzar la calle, cortar con tijera u otras normas de cuidado de las personas adultas de confianza, sean familiares o docentes.
Los niños imitan a los mayores
Ellos y ellas miran cómo usamos nuestros dispositivos y el vínculo que tenemos con ellos. Cuándo usamos el celular delante de ellos, les debemos contar de nuestros cuidados a la hora de pensar la privacidad de nuestras cuentas, pedirles el consentimiento para tomarles una foto o grabar un video. El cumplir las normas de no uso de dispositivos en ciertos momentos del día, son pautas que los chicos observarán a la hora de formar sus referencias de uso digital, y también explicarles: “Las fotos que subo a mi cuenta las subo porque la puse privada, ¿sabés qué significa eso?”.
Ley 26.061
En su artículo 22, esta ley plantea que los niños, las niñas y adolescentes tienen derecho a ser respetados en su dignidad, su reputación y su propia imagen, y es obligación de las personas adultas garantizarlo. En este sentido, las personas adultas debemos cuidar la privacidad de los niños y niñas.
Ejemplos:
• Tené en cuenta que toda la información que subís conforma una identidad digital que será clave a lo largo de su vida.
• Elegí a quién le mostrás sus imágenes o información: antes de compartir algo sobre niños o niñas, configurá la privacidad en tus cuentas y utilizá la sección de mejores amigos.
• A medida que crecen, explicales cómo cuidas tu privacidad y la suya, acordate que sos su mayor referencia.
• Utilizá buenas contraseñas: si alguien toma tus dispositivos puede encontrarse con mucha información privada e íntima de chicos y chicas.
• Una vez que comprenden la dinámica de las plataformas, pediles permiso para subir fotos o videos. Si no aceptan, respetá su decisión.
• Pedile a familiares o amistades que tomen las mismas medidas de respeto por la privacidad de chicos y chicas.
• No compartas memes o stickers con imágenes de niños o niñas: seguramente no eligieron que su cara se viralice.
• Si le compartís una imagen a tu pediatra, a algún o alguna especialista, procurá que no se vea la cara del niño o niña, para evitar que circule en espacios que no puedas controlar.
¿Escuchaste hablar de sharenting?
La palabra sharenting nace de la unión de las palabras en inglés “share” que significa compartir y “parenting” que significa crianza. Esta idea busca conceptualizar el fenómeno actual por el cual las familias comparten, especialmente en redes sociales, la crianza de los niños y niñas. Este fenómeno describe una actitud que en los últimos años se volvió cotidiano pero que requiere de análisis y cuestionamiento:
¿Se respetan las decisiones de niños y niñas a la hora de publicar su imagen, pensamientos y vida cotidiana? ¿Se respeta su privacidad? ¿Qué tipo de identidad digital estamos creando? ¿Qué consecuencias a corto, mediano y largo plazo puede tener?
Hay distintos grados y formas de sharenting, y resulta clave elegir a conciencia si queremos ejercer esta práctica y cómo hacerlo.
Acceso a contenidos inadecuados o inapropiados:
Una de las particularidades de la exposición de niños y niñas a pantallas en la actualidad tiene que ver con qué tipo de información o contenidos pueden llegar a ver. Las plataformas digitales ofrecen contenidos en una cantidad y variedad impensable en comparación con los medios tradicionales. Algunos de estos contenidos están pensados para las infancias y otros son dirigidos a personas adultas, pero muchas veces está al alcance de niñas y niños. Esta oferta sobrepoblada tiene una contracara que nos preocupa, el acceso a contenido que no es apropiado para el momento de su desarrollo.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a contenidos inadecuados?
Lo primero que se asocia al pensar en contenido inapropiado para las infancias tiene que ver con violencia o pornografía. Sin embargo, debemos agregar otro tipo de información inadecuada que también es necesario atender: publicidad que fomenta estereotipos de género o corporales, que promueva consumos de productos que no son los elegidos intrafamiliarmente para esos chicos o chicas; formas de expresarse, mensajes sexistas o discriminatorios, entre otros.
También podemos pensar en contenidos que son diseñados para las infancias pero que no se ajustan a los criterios de cada familia o institución a la hora de educar o criar.
¿Cómo evitar el acceso a contenidos inapropiados?
Cuando es un tipo de contenido nuevo, para niños y niñas que atraviesan la primera infancia, se sugiere que las personas adultas primero evalúen el contenido; en cambio en niños y niñas entre 5 y 12 años, que las primeras exposiciones se hagan en compañía adulta para identificar sus características y mensajes.
• Retrasar lo más posible el acceso a dispositivos de uso individual, como celular o tableta electrónica, ya que impiden el acompañamiento y promueven la búsqueda en soledad de otros contenidos no supervisados.
• En caso de uso de tableta, celular o computadora en forma solitaria, no habilitar el acceso a contenidos por su cuenta durante los primeros años. Se deben plantear reglas que habiliten ciertos usos como juegos descargados o contenido elegido por las personas adultas, pero no la búsqueda en soledad de contenidos o información.
• Desactivar el autoplay de las plataformas de videos para que una vez que finaliza el contenido elegido no continúe automáticamente con otro nuevo sugerido por la misma plataforma.
• En lo posible, elegir plataformas que no tengan interrupciones de publicidad.
• Acompañar físicamente la exposición de pantallas para charlar sobre lo que se está mirando. Si esto no es posible, al menos retomar lo visto a partir del diálogo, fomentando una mirada crítica y reflexiva sobre el contenido.
¿Qué hacer si ya ocurrió un acceso a contenido inadecuado?
Si se detecta que un niño o niña tuvo acceso a un contenido que por su etapa de desarrollo no era adecuado, es importante tener en cuenta los siguientes puntos: generar un espacio de diálogo privado, respetuoso y sin distracciones (de pantallas, por ejemplo), donde se pueda hablar de lo sucedido sin señalar ni juzgar las prácticas del niño o niña. Charlar sobre el recorrido que hizo el niño o la niña para llegar a ese material evitando culparle. La intención es identificar la necesidad o curiosidad que motivó la búsqueda, para satisfacer esa necesidad de información. Por ejemplo, si el niño o la niña buscaba imágenes de besos en la boca, buscar material sobre Educación Sexual Integral (ESI) para que consulte o lea con nuestra compañía. Brindar espacio para que el chico o la chica pueda expresar cómo se sintió ante ese contenido, qué emociones tuvo y validar lo vivido. Establecer y brindar pautas de cuidado para que la situación no se repita a futuro: dejar disponible en los dispositivos usados por niños o niñas solamente plataformas infantiles, configurar para que no haya reproducción automática de contenido, sentar alertas para que ante el inicio de un contenido inadecuado se busque ayuda de personas adultas. Dialogar diariamente para actualizar las pautas de acuerdo y cambiar las prácticas digitales que sean riesgosas para los niños y las niñas.
¿Sirven los filtros parentales?
Los filtros parentales son programas que se instalan en los dispositivos utilizados por niños y niñas para limitar la exposición o aparición de determinados materiales. En general, estos filtros se basan en palabras claves que encienden alarmas y bloquean videos, fotos o informaciones. Existe una amplia variedad de filtros, con mayores o menores niveles de bloqueo y alertas.
Para comprender la eficacia del uso del filtro es importante tener en cuenta tres cosas:
• Los filtros muchas veces pierden efectividad por las limitaciones de los bloqueos a partir de palabras claves que son literales y no limitan metáforas, apodos o modos de hablar informales.
• Si los niños y las niñas tienen un interés real en buscar determinado material, suelen aprender a saltear el filtro o utilizar dispositivos de otras personas que no lo tengan instalado.
• Lo más importante: el filtro es solo una herramienta, que bajo ningún punto de vista puede reemplazar al acompañamiento de personas adultas, las sugerencias de cuidado y la charla cotidiana. Las sugerencias de uso que los niños y las niñas incorporen a partir del acompañamiento adulto generan la base sólida que se requiere para un uso seguro y reflexivo de Internet. La sensación de seguridad que genera el filtro no está acompañada por un uso pensado en los entornos digitales, ni por la educación en el autocuidado, por ende, no forjan usos saludables a mediano plazo.
Fuentes
Sociedad Argentina de Pediatría
Guía de acompañamiento a niños y niñas en los entornos digitales