Trastornos gastrointestinales funcionales en bebés

Cólicos, regurgitaciones y constipación son algunos de los trastornos gastrointestinales funcionales (TDFs) más frecuentes en menores de 6 meses, los cuales afectan mucho la calidad de vida y angustian a los padres y cuidadores que los ven llorar desconsoladamente sin saber qué hacer. Estos trastornos afectan a 1 de cada 2 bebés menores de 6 meses, pero crecen las trabas para acceder a las leches medicamentosas que ofrecen una mejoría

De acuerdo a diferentes estudios, y si bien las cifras varían, se considera que algunos de los trastornos gastrointestinales funcionales (TDFs) afectan a los lactantes: la regurgitación afecta a cerca del 30%; los cólicos, al 20%, y la constipación, al 15%. Durante los primeros 6 meses de vida cerca de la mitad de los bebés desarrolla algún trastorno de este tipo, ¿pero cuál es su origen?: ¿el hambre, el dolor, los gases o una enfermedad? La búsqueda de una respuesta a esta pregunta es el principal motivo de consulta pediátrica.    

Llanto, dolor y trastornos gastrointestinales

Los lactantes presentan la mayor parte de las veces trastornos gastrointestinales funcionales como los siguientes:

Cólicos: son cuadros transitorios y de resolución espontánea que se expresan como llanto inconsolable; tienden a ocurrir por la tarde-noche y empezar y terminar sin causa aparente (suelen comenzar desde el primer al cuarto mes de vida y, en general, se resuelven a los 4 o 5 meses).

Regurgitación: consiste en el movimiento involuntario retrógrado de contenido gástrico, que llega al esófago, la boca y/o a la nariz (su mayor incidencia es entre los 2 y 4 meses de vida, y desaparece antes del año). La predisponen la ingesta excesiva de aire en el tracto digestivo y la capacidad gástrica limitada, pero sobre todo inciden la mala técnica alimentaria y la sobrealimentación.

Tal como refirió la Dra. Silvina Balbarrey, médica pediatra gastroenteróloga, “la lactancia es la mejor medida contra la regurgitación, pero debe adoptarse una técnica adecuada, corrigiendo frecuencia y volumen de las tomas. Si los síntomas persisten, hay que considerar la existencia de otros signos y síntomas vinculados con la alergia a la proteína de la leche de vaca y, en ese caso, indicar dieta de exclusión de la madre si da el pecho (a las cuatro-seis semanas realizar el test de provocación reintroduciendo el antígeno, para confirmar o descartar ese diagnóstico). Para niños alimentados con fórmula y síntomas persistentes, debe considerarse cambiar hacia una fórmula extensamente hidrolizada, primero, y si no mejora, hacia una fórmula (medicamentosa) antirreflujo”.

Constipación funcional: es el resultado de intentos repetitivos de retención voluntaria por parte del niño o de la niña, generalmente por miedo a experimentar una sensación displacentera al evacuar (los pediatras suelen decir que “está retentivo”). Debe procurarse calmar el dolor para superar el temor y así reestablecer un patrón regular de evacuación.

En la disquecia (falsa constipación), en ausencia de problemas de salud, el bebé no puede evacuar tras al menos 10 minutos de intento. Suele acompañarse de llanto intenso y enrojecimiento del rostro, pero, al lograrlo, las deposiciones son blandas y hasta líquidas. Hay que explicarle al núcleo de crianza que sucede por inmadurez y falta de coordinación entre la presión abdominal y la relajación del piso pélvico, pero que cede espontáneamente.

Respecto del llanto, “es la manera que tienen los bebés de expresar hambre, deseo de contacto humano, malestar o dolor, y está demostrado que pueden experimentar estímulos dolorosos con más intensidad. Entonces, no poder calmarlo puede generar estrés, frustración, impotencia y culpa en los padres”, explicó la Dra. Balbarrey.

El origen de los trastornos gastrointestinales funcionales

Según especialistas del Hospital Garrahan, se atribuye en gran medida a la inmadurez digestiva propia de los primeros meses de vida, donde también juega un rol importante la microbiota intestinal (el conjunto de microorganismos que habitan nuestro intestino). El equilibrio entre los microorganismos saludables y los que potencialmente podrían enfermar es clave para la salud intestinal y general.

La colonización bacteriana se inicia desde la vida intrauterina y se extiende los primeros 2 años de vida. Durante el embarazo, la microbiota del bebé es influenciada por la salud y nutrición materna, mientras que al nacer, el tipo de parto también juega un rol importante, siendo el natural el ideal, ya que al transitar el bebé por el canal vaginal adquiere las bacterias benéficas de la madre. También son importantes el contacto piel a piel inmediato, la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y la extensión de la misma por dos años o más. Todos estos son determinantes de una microbiota saludable que impactará en la salud del recién nacido a lo largo de su vida.

La Dra. Ingrid Gerold, médica pediatra del Grupo Médico Lomas de San Isidro, remarcó que “la evaluación del pediatra es fundamental, ya que el diagnóstico de estos malestares es clínico, de hecho son situaciones fisiológicas determinados por la edad; y en aquellos casos en que el pediatra lo considere necesario, derivará el paciente a un gastroenterólogo pediatra y lo seguirán en forma coordinada y multidisciplinaria”.

“Entendemos todo lo que puede representar para una familia ver sufrir a su bebé y sentir que no pueden hacer nada al respecto. Por eso, queremos llevar tranquilidad a los padres y cuidadores, explicándoles el origen funcional y transitorio de estos trastornos, para reducir el grado de angustia que generan, porque existen maneras de atenuar sus manifestaciones, una de las cuales es estimular la lactancia siempre y, de no ser posible o si se requiere complemento, recurrir a las leches medicamentosas que mejoran los síntomas del lactante y la calidad de vida de toda la familia. Es importante que todos los que las requieran puedan acceder a ellas porque existe una ley que los ampara”, explicaron Sandra del Hoyo, presidenta honoraria y fundadora de RedInmunos – Asociación Argentina de Alergia a Alimentos y la Dra. Gerold.                 

Sugerencias

• Sostener la lactancia materna, siempre que sea posible, es la clave para el manejo de estos malestares. Sin embargo, para algunos casos es necesario indicar fórmulas infantiles específicamente diseñadas para su tratamiento, también conocidas como “leches especiales”. 

• Estos trastornos transitorios, que son muy frecuentes, generan dolor y llanto desconsolado en el lactante, lo que preocupa a toda la familia, por lo que es clave brindar información y tranquilidad a los padres.

Respecto de las leches especiales, en Argentina existe la Ley de leches medicamentosas Nº 27.305 que establece que las obras sociales, prepagas o el Estado deben garantizar la cobertura gratuita al 100% de las fórmulas infantiles que están indicadas para el tratamiento de estos trastornos gastrointestinales funcionales.

“Ningún niño o niña que necesite este tipo de fórmulas debería quedarse sin recibirlas por problemas de acceso, habiendo una ley sancionada y vigente. Estas deben ser administradas durante todo el tiempo que el lactante las necesite y que el profesional de la salud así lo indique. Lamentablemente, es habitual que entreguen menos producto que el requerido para cubrir cada mes, que rechacen solicitudes exigiendo documentación innecesaria que solo busca dilatar o, directamente, que no den respuestas a reiterados reclamos”, sostuvo la presidenta de RedInmunos.

“De todos modos, además de la indicación de este tipo de fórmulas, hay otras claves para manejar estos trastornos, como asesorar a los padres o cuidadores para que tomen medidas que reduzcan los síntomas y eviten factores predisponentes. Siempre que sea posible, se recomienda priorizar la lactancia materna, que –entre muchos otros beneficios– contribuye a la maduración del sistema digestivo y al desarrollo de una microbiota intestinal saludable”, especificó la Dra. Gerold.

Fuentes:

– Hospital Garrahan

– Sociedad Argentina de Pediatría (SAP)