¿Cómo afecta el humo del tabaco a los niños, las niñas y adolescentes?

El consumo de tabaco es un hábito muy nocivo para la salud de las personas con múltiples consecuencias: provoca el 30% de las muertes por cáncer y triplica el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular; pero ¿qué ocurre con los bebés, las niñas, los niños y adolescentes que se ven expuestos al llamado “humo de segunda mano” y se convierten en fumadores pasivos? 

En el humo del tabaco existen unas 4.000 sustancias químicas, muchas de ellas cancerígenas. Las personas que no fuman y que respiran el humo de segunda mano reciben nicotina y químicos tóxicos de la misma forma que lo hacen los fumadores. En el caso de los niños y las niñas que conviven con un fumador, ven afectada su salud debido a la exposición a este humo (concretamente, unos/as 65.000 niños/as fallecen cada año por enfermedades causadas por el humo del tabaco, según datos de la Organización Mundial de la Salud – OMS).

¿Qué es un fumador pasivo?

Un fumador pasivo es aquel que inhala de forma involuntaria el humo que exhalan las personas cercanas que fuman y también el que proviene del extremo de un cigarrillo encendido que se está consumiendo.

Tabaquismo en el embarazo y durante la lactancia

Se recomienda dejar de fumar antes del embarazo. Si no es posible, durante el embarazo se recomienda a toda la familia (embarazada, padre y cuidadores) que dejen de hacerlo. Esto se debe a que fumar durante la gestación tiene consecuencias para el feto: aumentan los abortos espontáneos, partos prematuros y con bajo peso al nacer (además afecta al desarrollo cerebral del bebé y además es factor de riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante).

Si se ha dejado de fumar durante el embarazo, es muy importante no volver a adquirir este hábito nocivo después del nacimiento del bebé. Los recién nacidos que están expuestos al humo del tabaco sufren efectos en su sistema inmune, desarrollan más infecciones respiratorias y son propensos a resfriados, otitis media aguda, asma o neumonía.

De acuerdo a estudios realizados, los bebés de madres que fuman durante la lactancia también se ven afectados debido a que, por un lado, la nicotina inhibe la producción de prolactina (hormona que regula la leche materna) causando que las madres fumadoras dejen antes la lactancia y, por el otro, también, a que en la leche materna de esas mujeres hay mayores niveles de cadmio, mercurio y otros metales pesados, así como menos niveles de proteínas, vitaminas A, C y E, y otros antioxidantes.

Tabaco y asma en la infancia

Los niños y las niñas expuestos al humo del tabaco tienen mayor riesgo de desarrollar asma, la patología crónica más prevalente en la infancia y la adolescencia, primera causa de ingreso hospitalario en infantes y primer motivo de absentismo escolar por enfermedad crónica. 

La exposición al humo ambiental en la infancia provoca el incremento de la frecuencia de las crisis asmáticas hasta en un 20%, además de otros síntomas de asma, como tos nocturna, menor resistencia al ejercicio, etcétera.

No consumir cigarrillos ni ningún otro producto del tabaco es una de las formas más importantes en las que los padres pueden ayudar a que sus hijos, en especial a los asmáticos, respiren con facilidad.

Humo en el aire: efectos en los pulmones

El humo de tabaco contiene nicotina y miles de otras sustancias químicas, muchas de ellas con efectos conocidos para la salud. La exposición al tabaco puede causar problemas pulmonares incluso antes de que el niño o la niña respire por primera vez.

Las investigaciones demuestran que la exposición al tabaco y a la nicotina, tanto en el vientre materno como después de nacer, pueden:
  • Interferir con el desarrollo saludable de los pulmones, que comienza antes del nacimiento y continúa hasta aproximadamente los 15 años. El efecto es de larga duración y la evidencia sugiere que los adolescentes expuestos al humo de segunda mano tienen peores resultados en pruebas de función pulmonar.
  • Causar enfermedades más frecuentes, porque al sistema inmunitario de un niño o una niña le cuesta más combatir las infecciones respiratorias.
  • Desencadenar crisis y ataques de asma, con sibilancias, tos, opresión en el pecho y otras dificultades respiratorias. En casos graves, los síntomas pueden ser potencialmente mortales.
  • Hacer que los mejores medicamentos para el control del asma disponibles no funcionen tan bien.
Riesgos en la adolescencia

Los adolescentes que están expuestos al tabaco tienen más probabilidades de convertirse en fumadores activos a corto plazo. A esto se suma que diversos estudios indican que los adolescentes que fuman tienen mayor probabilidad de beber alcohol, consumir otro tipo de drogas e incluso incurrir en conductas sexuales de riesgo.

¿Cómo evitar que el niño o la niña sean fumadores pasivos?
  • Evite exponer al niño o la niña al humo de tabaco en el hogar, el coche, las casas de familiares o amigos y en lugares públicos.
  • Escoja ambientes sin humo: en el caso de que algún adulto cercano fume, deberá hacerlo siempre fuera de cualquier espacio cerrado en el que vaya a estar el niño o la niña, ya que las sustancias del humo de tabaco permanecen suspendidas en el ambiente durante muchos días, o incluso semanas (la ventilación no es suficiente).
  • Fumar asomado por una ventana no tiene sentido, ya que siempre entra humo en la casa. Si el adulto fuma en una terraza, deberá cerrar por completo la puerta de acceso a la vivienda.

Por último, resaltar que las familias fumadoras tienen que ser conscientes del daño que provoca el humo del tabaco en la salud de los/as niños/as y de que un ambiente libre de humo es la única protección real.

Consideraciones del Hospital Garrahan
  • La exposición al humo del tabaco es una causa prevenible de enfermedad y muerte tanto en quienes fuman como en quienes no.
  • Los niños y las niñas, aunque no fumen, se ven vulnerados por el humo, respiran más rápido que los adultos y aspiran más productos químicos nocivos.
  • Debido al humo, los niños y las niñas pueden padecer irritación de la vía aérea superior y ocular, otitis media y tos crónica, episodios de asma, bronquiolitis y bronquitis, disminución de la capacidad pulmonar y síndrome de muerte súbita.
  • Desde los ámbitos escolares e instituciones de salud, es necesario implementar talleres para los niños y las niñas y adolescentes con el objetivo de prevenir la iniciación del tabaquismo.

Fuentes:

– Hospital Garrahan

– Organización Mundial de la Salud (OMS)

– Sociedad Americana de Pediatría (SAP)