Día Mundial de la Visión: los efectos del COVID en la salud visual

El ojo es uno de los órganos sensoriales más importantes y delicados del cuerpo humano, capaz de absorber y procesar más de diez millones de datos por segundo. En Argentina, dentro del rango etario de 18 a 74 años, solo el 59% considera necesario el cuidado de la salud ocular. Según un estudio de The Lancet (revista científica), los jóvenes de entre 5 y 18 años aumentaron en un 40% la progresión de su miopía entre 2019 y 2020. Por eso, es importante concientizar sobre el cuidado de la vista a fin de prevenir y tratar las distintas enfermedades que puedan presentarse.

El 13 de octubre se celebra el Día Mundial de la Visión, una fecha para concientizar sobre la salud ocular. La vista es el sentido más desarrollado. Siendo que el 80% de la información que recibe nuestro cerebro es visual, sin embargo, su salud es poco valorada.

La pandemia por COVID-19, con más de 223 millones de casos y 4.6 millones de víctimas fatales en todo el mundo, fue la responsable de transformar nuestros hábitos y obligarnos a hablar de una “nueva normalidad “.

Si bien hoy en día estamos más cerca del final de la pandemia, ésta trajo consigo innumerables efectos colaterales en todos los ámbitos. Todavía se estudian, no solo las afecciones posteriores al virus, sino también las consecuencias del aislamiento en nuestra salud física y mental.

Desde mediados de marzo de 2020, en Argentina se decretó el aislamiento social preventivo obligatorio. A causa de esto, hubo un alza en el uso de la tecnología que, si bien fue fundamental, también generó dolencias, marcando un antes y un después en el sistema visual de la población.

Las pantallas facilitaron la comunicación y fueron cruciales para mantener el contacto, supliendo, de alguna manera, la falta de actividades presenciales. Fueron, sin duda, una herramienta esencial para adaptar la oficina y la escuela a nuestros hogares, pero la exposición por tiempos prologados a ellas evidenció en la población diversas alteraciones oculares como cansancio visual, visión borrosa, sensación de arenilla, ojos rojos o irritados, síntomas propios del síndrome de ojo seco.  

Una de las causas de esta última afección es la disminución de la frecuencia de parpadeo: primera barrera de protección del ojo. Normalmente, parpadeamos entre 12 a 18 veces por minuto, sin embargo, su frecuencia disminuye a la mitad cuando estamos frente a un dispositivo lumínico, por lo que la producción de lágrimas no es suficiente para mantenerlos húmedos. Si bien es una patología muy común -especialmente en mayores de 50 años-, a partir del confinamiento y todo lo que implicó: teletrabajo, clases virtuales, innumerable cantidad de opciones de entretenimiento a través de pantallas y hasta incluso “zoompleaños”, hoy se registra un importante incremento de la enfermedad en jóvenes de entre 18 y 24 años. 

En primera instancia sugiere controlar el tiempo de exposición a los dispositivos tecnológicos y cambiar los hábitos de interacción con ellos, ya sea incrementando la frecuencia de parpadeo, usando lágrimas artificiales para humectar los ojos y/o sacando la vista de la pantalla cada cierta cantidad de tiempo. A esta última se la llama regla de los 20. La clave está en descansar la vista de la tecnología cada 20 minutos y mirar a una distancia de 20 pies (6 metros) durante 20 segundos. De esta forma, evitamos estar enfocados a distancias cortas durante mucho tiempo, lo que permite variar la distancia focal y descansar la vista.

La mejor forma de tratamiento es la prevención, y esta contempla desde la alimentación, la periodicidad de los controles oftalmológicos y la utilización de filtros azules en anteojos que se adapten a las necesidades de cada uno para frenar las ondas molestas provenientes de los espectros de luz. Cuando una persona esfuerza la vista, contrae ciertos músculos que alteran la producción normal de la lágrima.

La miopización en la población infantil es otra de las consecuencias que el aislamiento acentuó en la salud ocular de la población. Al incrementarse el tiempo de uso de la tecnología en gran nivel y al disminuir las actividades al aire libre que les permitan a los más chicos descansar el ojo y recibir luz solar, los niños cambiaron las características de sus ojos. Los rayos del sol liberan dopamina en la retina, sustancia que evita el alargamiento del globo ocular. Por lo tanto, si se reducen las actividades al aire libre, el cuerpo no desarrolla este neurotransmisor en cantidad suficiente y la miopía se dispara. Un estudio publicado en The Lancet, donde colaboraron más de 16 oftalmólogos, concluyó que los niños y jóvenes de entre 5 y 18 años aumentaron en un 40% la progresión de su miopía entre 2019 y 2020. 

De acuerdo con un informe presentado por Ophthalmology, (revista de la Academia Estadounidense de Oftalmología), se estima que el 49,8% de la población mundial sufrirá de miopía para 2050 y el 9,8% desarrollaría miopía alta, convirtiéndose en uno de los principales motivos de deterioro visual a nivel mundial.

Hoy, luego de más de un año sin confinamiento, la sobreexposición a las pantallas continúa siendo parte de la vida diaria de las personas: un hábito que llegó para quedarse y que demanda la necesidad de prestar mayor atención al cuidado de la salud de nuestros ojos. Por esta razón, y en el marco del Día Mundial de la Visión, se recomienda a toda la población recordar realizar controles oftalmológicos de forma periódica para la pesquisa de distintas enfermedades oculares, además de seguir los consejos y buenas prácticas para el cuidado diario de la visión.

Oftalmología en el Hospital Garrahan 

Este servicio es pionero en Argentina en la detección precoz y tratamiento oportuno de patologías oftalmológicas que llevaban a la ceguera a muchos niños de nuestro país, como retinopatía del prematuro, logrando revertir la enfermedad con tratamiento láser a tiempo y entrenando oftalmólogos de todo el país y países limítrofes.

Los profesionales del Garrahan aconsejan el siguiente esquema de prevención:

*Examen al nacimiento en Prematuros (pesquisa de Retinopatía del prematuro en neonatología) y también en niños con factores de riesgo, por ejemplo enfermedades heredofamiliares, enfermedades maternas durante el embarazo, etc.

*En el caso de niños nacidos a término, sin factores de riesgo, y sin síntomas o signos de alarma, se aconseja el primer examen durante el primer trimestre de vida; posteriormente un segundo control dentro de los 6 a 9 meses del primer examen; un tercer examen entre los 18 y 24 meses y luego cada dos años (salvo en casos con antecedentes familiares de alteraciones visuales, en que los controles serán más cercanos)

*Se aconseja que todo niño hasta los 14 años al que se le realice un examen visual, sea revisado por un oftalmólogo infantil.

¿Cómo cuidar la vista?

● Exámenes oftalmológicos en la infancia, especialmente aquellos niños que han estado en incubadora o tengan antecedentes de afecciones genéticas.

● Examen preescolar, todo niño de dos años debe visitar al oculista. 

● Consulta precoz sobre cansancio visual o deterioro visual en la adolescencia cuando hace su aparición la miopía.

● Exámenes periódicos cuando comienza la presbicia, alrededor de los 40 años, que también es la edad de inicio del glaucoma.

● Evitar exposición exagerada a rayos ultravioleta

● Combatir la sequedad ocular

Fuente: CAMEOF, Hospital Garrahan, The Lancet, Ophthalmology, (revista de la Academia Estadounidense de Oftalmología).