El 24 de abril se conmemora el Día Mundial de la Meningitis, enfermedad infecciosa considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las enfermedades más peligrosas. En este sentido, contar con un diagnóstico y tratamiento oportuno es esencial para prevenir lesiones neurológicas permanentes.
Según el Comité Nacional de Infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), el principal objetivo en este día es concientizar sobre la importancia de su prevención a través de la vacunación, asimismo, por la gravedad y rapidez con que se presenta debe siempre ser considerada una urgencia médica ya que, la meningitis meningocócica o la meningococcemia, puede ocasionar daños neurológicos permanentes y es mortal hasta en 50% de los casos si no se la trata.
¿Cómo se contagia?
La bacteria se transmite de persona a persona a través de las secreciones respiratorias. Los modos de contagio pueden ser diversos, pero los más comunes son: besos, estornudos, tos, compartir vajilla y convivir con mucha gente en lugares pequeños. Los síntomas más frecuentes son rigidez de nuca, fiebre elevada, fotofobia, confusión, cefalea y vómitos.
En nuestra población, el grupo de edad más afectado es el de los niños pequeños previamente sanos, principalmente los menores de 1 año. Los adolescentes pueden portar la bacteria en su nasofaringe en forma asintomática en 10 a 20% de los casos y pueden transmitirla. La meningitis bacteriana puede producir secuelas neurológicas como sordera o trastornos de aprendizaje en un 10 a 20% de los sobrevivientes.
Es muy importante recordar a la población, que la meningitis es una enfermedad que comienza con síntomas parecidos a los de otras enfermedades infecciosas de la infancia, pero que evoluciona rápidamente a cuadros graves, por lo cual es muy importante ante la duda consultar rápidamente y recordar que contamos con vacunas para prevenir esta enfermedad. Aunque contamos con estas vacunas para prevenir la meningitis, es importante lograr altas coberturas en la población y tener continuidad en el suministro de las mismas, situación que no siempre se ha logrado e incluso ha empeorado en tiempos de pandemia, por lo cual debemos seguir teniendo un alto índice de sospecha de esta enfermedad.
Meningitis meningocócica
Según la Organización Mundial de la Salud, la meningitis es una enfermedad devastadora con una alta tasa de letalidad y que causa graves secuelas a largo plazo. A partir de este contexto,
- La meningitis sigue siendo un gran problema mundial de salud pública.
- Se dan epidemias de meningitis en todo el mundo, especialmente en el África subsahariana.
- Muchos microorganismos pueden causar meningitis, como bacterias, virus, hongos y parásitos.
- La meningitis bacteriana es especialmente preocupante. Alrededor de 1 de cada 10 personas que contraen este tipo de meningitis muere y 1 de cada 5 presenta complicaciones graves.
- Las vacunas seguras y a precios asequibles son la forma más eficaz de brindar una protección duradera.
Las cuatro principales bacterias que causan la meningitis bacteriana aguda son:
- Neisseria meningitidis (meningococo)
- Streptococcus pneumoniae (neumococo)
- Haemophilus influenzae
- Streptococcus agalactiae (estreptococo del grupo B)
Estas bacterias son responsables de más de la mitad de las muertes por meningitis en todo el mundo, y además causan otras enfermedades graves, como la septicemia y la neumonía.
¿Quién está en riesgo?
Aunque la meningitis afecta a todas las edades, los niños pequeños corren un riesgo mayor. Los recién nacidos corren más riesgo de infección por el estreptococo del grupo B y los niños pequeños por meningococo, neumococo y Haemophilus influenzae. Los adolescentes y los adultos jóvenes tienen más riesgo de desarrollar la enfermedad meningocócica, mientras que las personas de edad tienen un mayor riesgo de contraer la enfermedad neumocócica.
En todo el mundo existe el riesgo de contraer la meningitis. La mayor carga de morbilidad se observa en una región del África subsahariana a la que se conoce como el «cinturón africano de la meningitis», especialmente conocida por su alto riesgo de epidemias de meningitis meningocócica, pero también neumocócica.
El riesgo es mayor cuando las personas viven en estrecha proximidad, por ejemplo, en actos multitudinarios, en campos de refugiados, en hogares hacinados o en centros estudiantiles, militares o laborales. También pueden aumentar el riesgo de padecer distintos tipos de meningitis las deficiencias inmunitarias, como la infección por el VIH o la deficiencia del complemento, la inmunosupresión y el consumo de tabaco y la exposición al humo de tabaco.
Transmisión
La vía de transmisión varía según el organismo. La mayoría de las bacterias que causan la meningitis, como el meningococo, el neumococo y Haemophilus influenzae, son portadas por los seres humanos en la nariz y la garganta. Se propagan de persona a persona a través de gotículas respiratorias o secreciones de la garganta. El estreptococo del grupo B suele ser portado en el intestino o la vagina de los seres humanos y puede contagiarse de la madre al niño en el momento del parto.
El estado de portador de estos organismos suele ser inofensivo y ayuda a desarrollar la inmunidad contra la infección, pero a veces las bacterias invaden el cuerpo, causando meningitis y septicemia.
Prevención
Las vacunas ofrecen una protección duradera y son la forma más eficaz de reducir la carga y el impacto de la enfermedad. Para ayudar a prevenir la infección se utilizan también antibióticos en aquellas personas que corren un alto riesgo de padecer enfermedad meningocócica y enfermedad estreptocócica del grupo B. El control de las epidemias de meningitis meningocócica se basa tanto en la vacunación como en los antibióticos.
Vacunación
Hace muchos años que existen vacunas autorizadas contra las meningitis meningocócica, neumocócica y por Haemophilus influenzae. Estas bacterias tienen varias cepas diferentes (conocidas como serotipos o serogrupos) y las vacunas están diseñadas para proteger contra las cepas más dañinas. Con el tiempo, se han producido importantes mejoras en la cobertura de las cepas y en la disponibilidad de las vacunas, pero no existe una vacuna universal contra estas infecciones.
Tratamiento
Si no se trata, la meningitis es fatal en hasta la mitad de los pacientes, y debe considerarse siempre como una urgencia médica. Es necesario el ingreso en un hospital o centro de salud. Por lo general, no se necesita aislar al paciente después de 24 horas de tratamiento.
En la meningitis bacteriana, debe aplicarse lo antes posible el tratamiento antibiótico apropiado. Lo ideal es hacer primero la punción lumbar, ya que los antibióticos pueden dificultar el crecimiento de la bacteria en el cultivo de líquido cefalorraquídeo. Sin embargo, la toma de muestras de sangre también puede ayudar a identificar la causa. La prioridad es comenzar el tratamiento sin demora.
Complicaciones y secuelas
Una de cada cinco personas que sobreviven a la meningitis bacteriana puede tener secuelas de larga duración: pérdida de audición, convulsiones, debilidad de las extremidades, problemas en la vista, el habla, el lenguaje, la memoria y la comunicación, así como deformación cicatrizal y amputaciones de extremidades tras la septicemia.
Atención después del tratamiento
Las secuelas de la meningitis pueden tener enormes repercusiones en las personas, las familias y las comunidades, tanto económica como emocionalmente. A veces, los cuidadores y los profesionales de la salud no reconocen ciertas complicaciones, como la sordera, el deterioro del aprendizaje o los problemas de comportamiento, por lo que no se tratan.
Quienes han tenido meningitis suelen necesitar tratamientos médicos a largo plazo. Las repercusiones psicosociales permanentes de la discapacidad debida a la meningitis pueden tener implicaciones médicas, educativas, sociales y de derechos humanos. Pese a la alta carga de secuelas de la meningitis en los pacientes, sus familias y la comunidad, el acceso a servicios y apoyo para estas afecciones suele ser insuficiente, en especial en los países de ingresos bajos y medianos. Se debe alentar a las personas que tengan una discapacidad por meningitis y a sus familias a que acudan a los servicios y pidan orientación de las organizaciones locales y nacionales de personas con discapacidad y otras organizaciones centradas en la discapacidad, que pueden ofrecer un asesoramiento vital sobre derechos legales, oportunidades económicas e interacción social y así garantizar que las personas discapacitadas por meningitis puedan llevar vivir una vida plena y gratificante.
Vigilancia
La vigilancia, desde la detección de los casos hasta la investigación y la confirmación en el laboratorio, es esencial para el control de la meningitis. Los principales objetivos son:
- Detectar y confirmar los brotes.
- Hacer un seguimiento de las tendencias de la incidencia, incluida la distribución y evolución de los serogrupos y serotipos.
- Determinar la carga de morbilidad.
- Hacer un seguimiento del perfil de resistencia a los antibióticos.
- Supervisar la circulación, distribución y evolución de cepas específicas (clones).
- Determinar los efectos de las estrategias de control de la meningitis, en particular de los programas de vacunación preventiva.
Respuesta de la OMS
La hoja de ruta mundial «Acabar con la Meningitis para 2030» fue desarrollada por la OMS con el apoyo de numerosos asociados. La estrategia se aprobó en 2020, en la que fue la primera resolución sobre la meningitis de la Asamblea Mundial de la Salud, con el respaldo unánime de los Estados Miembros de la OMS.
La hoja de ruta establece una visión integral «Hacia un mundo sin meningitis» y tiene tres objetivos visionarios: eliminar las epidemias de meningitis bacteriana; reducir el número de casos de meningitis bacteriana prevenible mediante vacunación en un 50% y las defunciones en un 70%, y reducir la discapacidad y mejorar la calidad de vida después de una meningitis debida a cualquier causa.
En ella se marca un camino para lograr los objetivos, a través de una acción concertada sobre cinco pilares interconectados:
- La prevención y el control de epidemias centrados en el desarrollo de nuevas vacunas asequibles, el logro de una alta cobertura de inmunización, la mejora de las estrategias de prevención y la respuesta a las epidemias.
- El diagnóstico y el tratamiento centrados en la confirmación oportuna de casos de meningitis y en la atención óptima.
- La vigilancia de la enfermedad para orientar la prevención y el control de la meningitis;
- Atención y apoyo para las personas afectadas por meningitis, con especial atención a la detección precoz y la gestión mejorada del acceso al apoyo y la atención de las complicaciones derivadas de la meningitis.
- La promoción y compromiso, para asegurar una alta concienciación de la población sobre la meningitis, promover la participación de los países y afirmar el derecho a la prevención, la atención y los servicios de atención después del tratamiento.
En una iniciativa complementaria, la OMS está trabajando en el Plan de acción mundial intersectorial sobre la epilepsia y otros trastornos neurológicos en consulta con los Estados Miembros, con el fin de abordar numerosos desafíos y lagunas en la prestación de atención y servicios a las personas con epilepsia y otros trastornos neurológicos que existen en todo el mundo. También se reconocen los derechos humanos de las personas afectadas por la discapacidad, y se recogen en el Plan de acción mundial de la OMS sobre discapacidad, en consonancia con la Convención sobre los Derechos del Niño y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y en una resolución histórica sobre el derecho de las personas con discapacidad a gozar del más alto nivel posible de salud, aprobada en la 74.ª Asamblea Mundial de la Salud.
Si bien en la hoja de ruta para acabar con la meningitis se trata de todas las meningitis, independientemente de su causa, se presta especial atención a las principales causas de la meningitis bacteriana aguda (meningococo, neumococo, Haemophilus Influenzae y estreptococos del grupo B). A estas bacterias se deben más del 50% de las 250.000 muertes por meningitis en 2019 que también causan otras enfermedades graves, como septicemia y neumonía. Ya existen vacunas para estas infecciones, excepto para el estreptococo del grupo B, que probablemente se desarrollará en los próximos años.
Fuentes
*Sociedad Argentina de Pediatría
*Organización Mundial de la Salud
*Ministerio de Salud de la Nación