El Día del Donante Voluntario y Habitual de Sangre se celebra el 9 de noviembre en conmemoración de la primera transfusión realizada en 1914. El médico argentino Luis Agote fue el primer profesional en el mundo que realizó transfusiones de sangre indirectas sin que la sangre se coagulara dentro del recipiente que la contenía.
Algunos niños hospitalizados necesitan una transfusión de sangre debido a una enfermedad o lesión. Una transfusión de sangre se produce cuando un paciente recibe un hemoderivado (glóbulos rojos, plaquetas o plasma) de otra persona (un donante) porque puede padecer algunos de estos trastornos en su salud:
- Anemia grave.
- Lesiones graves, como aquellas provocadas por un accidente automovilístico.
- Quemaduras graves
- Cáncer.
- Porque se han sometido a un trasplante de órganos o células madre.
- Porque se han sometido a una cirugía cardíaca.
- Por trastornos de la hemoglobina (por ejemplo, anemia drepanocítica, talasemia).
- Porque las plaquetas no funcionan bien.
- Infecciones y/o pocos glóbulos blancos.
- Porque la médula ósea no funciona bien.
Para afrontar cualquiera de estas situaciones, el Hospital Garrahan estableció un Modelo de Donación de Sangre que según la Dra. Silvina Kuperman, Jefa Centro Regional Hemoterapia del Hospital Garrahan, “gracias a este modelo que cuenta con el 100% de donantes voluntarios, no tuvimos problemas para satisfacer las necesidades de transfusiones de los pacientes durante la pandemia sin suspender, ningún trasplante, ninguna cirugía y sin posponer ninguna transfusión”, afirmó la especialista.
Todo esto lo logramos “gracias al vínculo que generamos con los donantes de sangre, de plaquetas (aféresis), los organizadores de campaña, que hizo que aún en los momentos de aislamiento social por coronavirus, pudimos cumplir con nuestra misión siempre manteniendo los protocolos correspondientes”, aseguró.
¿Son seguras las transfusiones de sangre?
Según la Dra. Kuperman, “antes de donar, a los pacientes les hacemos un hemograma para ver cómo estás los glóbulos rojos y blancos del donante, el recuento de plaquetas, le tomamos la temperatura, la presión arterial y además, les hacemos una serie de preguntas que nos garantizan que el donante se encuentra en buenas condiciones de salud, que la donación no le va a ocasionar reacciones adversas y que además ese componente que le vamos a transfundir al paciente va a tener el efecto terapéutico que esperan”.
Además de la misma manera “que controlamos ciertos parámetros clínicos les controlamos: el peso, y recomendamos que los que donan tanto sangre como aféresis tengan más de 50 kg. y esto está muy relacionado con el volumen de sangre que tenemos las personas(el volumen de plasma, de líquidos) que está relacionado con lo que podemos obtener de ese donante y evitar así que tenga alguna reacción adversa asociada a la donación”, aseguró la Dra. Kuperman. Y continuó, “es importante destacar que los donantes de sangre son voluntarios, y aunque ellos no saben para quien donan tienen esa motivación intrínseca”, acotó la Dra. Kuperman; no obstante para incentivar a un donante, desde el hospital “nosotros informamos sobre la importancia que tiene donar ese componente (sangre o plaquetas) para ese determinado grupo de pacientes que necesita ser transfundido”.