Hace 15 años que soy papá. Todo un desafío. Cambiar pañales, alimentar con biberón, cuidar que no se lastimen cuando dan los primeros pasos, prestar máxima atención a diferentes síntomas que siempre asustan, enseñarles a comunicarse, acompañarlos en el aprendizaje escolar, darles herramientas para que disfruten del sexo seguro, enseñarles a elegir. Y muchas, pero muchas cosas más tuve que aprender y continúo aprendiendo para que tengan una vida segura, sana y protegida. Eso mismo es la pediatría. Todo eso. Y más.
Siempre decimos que los pediatras somos médicos de familia. Pero no es así. Los pediatras somos parte de la familia. Porque tomamos la decisión de cuidar de la salud de los más chicos (y no tanto) de la casa. El valor más preciado de las mamás, papás, abuelas y abuelos merece que prestemos especial atención en cuidar y fomentar la salud de los chicos del hogar.
La pediatría es la medicina donde siempre se está aprendiendo.
La salud pediátrica es educación. Es enseñar y aprender. Es mirar, ver y observar cada detalle de la vida y el desarrollo de los chicos. Es estar presente cada vez que nos necesitan.
“Siempre decimos que los pediatras somos médicos de familia. Pero no es así. Los pediatras somos parte de la familia”
Alguna vez me dijeron: “¿Vas a ser pediatra? ¡Los pediatras no duermen!”. Tenían razón: No, los pediatras no dormimos. Y cuando descansamos, soñamos con la buena salud de nuestros pequeños pacientes.
Pero, para responder la pregunta original de esta nota, es fundamental tener muy en cuenta que cometeríamos un grave error si consideramos que los niños y niñas son adultos en envases más chicos. Los niños y niñas son un mundo especial, en el que la transdisciplina es la que comanda nuestras acciones y nuestro trabajo diario.
“Aprender y enseñar. Enseñar y aprender. A eso nos referimos cuando hablamos de salud pediátrica. Juntos”
En la salud pediátrica no hay órganos o tejidos independientes. No hay especialistas o superespecialistas que puedan resolver enfermedades sin tener en cuenta cada detalle del entorno familiar o ambiental de ese niño o niña y de esa familia. Solo así limitamos al mínimo la posibilidad de error médico. Solo así podemos darle buena salud a los niños y niñas.
Aprender y enseñar. Enseñar y aprender. A eso nos referimos cuando hablamos de salud pediátrica. Juntos. Papás, mamás y pediatras. Porque no hay mejor experto en salud pediátrica que la propia familia.