La automedicación siempre es peligrosa. Pero cuando se comente en niños o niñas no solo puede ser grave si no a que, además, debe llamarse de otra forma. Los pediatras la nombran «automedicación por poder».
¿Qué es la automedicación por poder?
Se llama automedicación a la administración de medicamentos, por iniciativa propia y sin intervención médica. En el caso de los niños y niñas la responsabilidad es de los adultos, padres y madres, por “poder”. Existe gran cantidad de medicamentos de venta libre, algunos de ellos útiles para tratar padecimientos comunes como fiebre o dolor de cabeza, entre otros.
Cuando se trata de administrar medicamentos en niños, es necesario tomar en cuenta qué fármacos inadecuados y/o dosis equivocadas pueden causar efectos adversos en la salud infantil e, incluso, intoxicaciones muy graves.
¿Cuáles son las razones más poderosas para no automedicar a los niños?
Errores en la dosis.
Según algunos estudios, tres de cada diez niños automedicados no reciben la dosis correcta, ya sea por exceso o por defecto. Mientras que cuando la dosis es superior a la indicada existe peligro de intoxicación, en el caso contrario el riesgo es que el medicamento no tenga el efecto deseado. Suele ocurrir con el uso de los broncodilatadores.
Retraso en el diagnóstico.
Al administrar el medicamento sin ningún tipo de valoración, los padres demoran el momento de acudir al pediatra. El fármaco puede, asimismo, enmascarar una patología más grave y retardar su diagnóstico y tratamiento. Ejemplo de ello es el dolor abdominal que enmascara una apendicitis.
Exceso de antibióticos.
Erróneamente, algunos padres o madres automedican a sus hijos o hijas con antibióticos para tratar procesos víricos. El exceso de este medicamento puede provocar que el organismo cree resistencia a él y cuando sea necesario administrarlo para tratar un proceso infeccioso, ya no sea efectivo.
Reacciones adversas.
Algunos fármacos, si no se administran en la dosis correcta o no corresponden para tratar una determinada patología, pueden ocasionar algunas reacciones adversas en los pequeños, como erupciones cutáneas, vómitos o diarreas. Dificultando al pediatra el diagnóstico correcto del padecimiento.
¡A NO CONFUNDIRSE!
La automedicación no debe confundirse con el autocuidado ni con el empoderamiento de la familia y del niño/a frente a situaciones conocidas y consensuadas con el pediatra, particularmente en niños y niñas con enfermedades crónicas.